“Lo que se está poniendo en debate es qué modelo de club queremos”

Cristian Font Vice Presidente Confederación Argentina de Clubes y Entidades Deportivas

 

De tarifazos, de sociedades anónimas, del imperio del dinero sobre la razón social, de leyes no reglamentadas y de una concepción de país que permea hacía todos sus estamentos. Entrevista con Cristina Font, vicepresidente de la entidad que nuclea a una decena de federaciones provinciales y que representa los intereses de unos 20 mil clubes que existen en la Argentina.

En la edición de ayer se utilizó la nota sobre el tema del periodista Gustavo Veiga (titulada “Que el último club apague la luz”) para abordar una cuestión que si bien tiene una palabra como mascarón de proa –tarifazo, del 1500% en el último año–, la simiente expande el daño que causa, propiciando un estado de las cosas que se torna acuciante merced al contexto macro.
Los clubes deportivos de todo el país, fundamentalmente los que denominamos “clubes de barrio” (entidades sin fines de lucro), afrontan un presente que desde la perspectiva económica (punto de partida para una corrosión que involucra los aspectos sociales) no alienta un porvenir que haga justicia con el rol que está inserto en la matriz de los clubes, en el ADN con el que fueron concebidos.
Cristian Font se formó deportiva y dirigencialmente en Deportivo Domínico de Avellaneda. Allí fue alumno, profesor, jugó al básquet casi de manera profesional y cerró el círculo al ser elegido presidente. Fue uno de los impulsores de la Ley Nacional de Clubes (“entendí que teníamos que ir por un objetivo mayo”, dice), ese caldo de cultivo del cual abrevó la idea –materializada porco después– de fundar la Confederación Argentina de Clubes de Barrio, entidad que nuclea a diez federaciones de provincias y de la que es su vicepresidente. Además, Font preside el Observatorio Social y Económico de Clubes de Barrio y Entidades Afines (“dos herramientas que nos permiten a los clubes ser reconocidos y dar las discusiones necesarias para abordar los temas de fondo”).
EL TIEMPO entrevistó al dirigente, mientras éste practicaba un alto en un encuentro con pares en el Conurbano. Atiende el llamado y a poco de comenzar la charla destaca: “Cada espacio que podamos lograr para difundir lo que están viviendo los clubes de barrio, es bienvenido y lo agradecemos mucho”.
–¿Qué cantidad de personas practican deportes en clubes de toda la Argentina? 
–Los datos que hay a nivel país dicen que la gente que practica deportes en nuestro país son más de doce millones de personas, y ocho millones de personas harían su práctica deportiva dentro de los clubes de barrio. Estamos hablando de un porcentaje muy alto de toda la comunidad deportiva argentina.
–¿Cuando habla de clubes de barrio, cuál es la delimitación de ese concepto?
–Club de barrio, según la ley, son los clubes que tienen entre 50 y 2000 socios. Nosotros tenemos un sentimiento que clubes de barrio somos todos, el que creció un poco más, el que creció un poco menos. Es el lugar de encuentro de la familia, es el lugar donde se forman nuestros chicos. Tenés clubes con distintas características: hay clubes que a lo largo de su historia han podido construir una pileta, han podido dotarse de un campo deportivo, y hay otros clubes –que son de barrio– que no desarrollaron quizá tanto su infraestructura pero cumplen una función social al igual que los que más infraestructura poseen.
–Es una concepción que excede las condiciones materiales, en el sentido de visibles.
–Tratamos de hablar de clubes y dejar de decir “de barrio” porque quizá el club que creció y está dentro de un barrio, siente cómo que pertenece a un nivel social distinto y nada que ver; quizá pudo mejorar su infraestructura, pero lo que me parece que debemos rescatar es el valor con que trabajan sus dirigentes.
La “Luna” no es la solución   
Un informe elaborado recientemente por la Confederación Argentina de Clubes expresa: “Los clubes de barrio poseen la misma carga tributaria, previsional y costos laborales que una Sociedad Anónima o una Sociedad de Responsabilidad Limitada, cuando en realidad en nada nos parecemos. El deporte argentino cuenta con un presupuesto cercano a los 2.000 mil millones de pesos y sólo 292 millones son destinados a los clubes, cifra irrisoria para ser repartido en los 20 mil clubes de barrio que existen en nuestro país”.
–¿Cuál es en su opinión, el trasfondo que posibilita este escenario de tarifazos, de no reglamentación de leyes, de irrespeto a la función social de los clubes?
–La que te voy a dar es una opinión muy personal. Si nos rememoramos a una de las peores crisis que tuvimos los clubes, la de los años 90, la gran crisis gerenciadora, recordamos también que quien hoy es presidente, el ingeniero Mauricio Macri, presentó la ley de sociedades anónimas deportivas. Esto tiene de fondo una matriz ideológica: piensan que el deporte tiene que ser algo para unos pocos, tiene que ser un espectáculo rentado.
Fijate lo que hicieron: asume este gobierno, quitan el Fútbol para Todos, arman la Superliga…están más interesados en ver cómo realizan espectáculos deportivos, cómo se genera una ganancia del deporte. Y nosotros vemos el deporte como una herramienta de contención, de formación, tenemos una mirada social.  Lo que se está poniendo en debate es qué modelo de club queremos: si el modelo asociativo que tenemos desde hace 100 años o nos convertimos en sociedades anónimas deportivas para que algunos ganen dinero y empiecen a desaparecer actividades. Vos imaginá que gerencien un club: ¿el gerente qué busca? Busca ganar plata. Si vos tenés una actividad de la que participan 200 chicos pero no da plata, esa actividad no va a estar más; si tenés una que van treinta y te genera dinero, esa actividad va a seguir.
–¿Por qué no se reglamentan las leyes nacionales de Clubes de Barrio y Pueblo y la del Deporte? ¿Qué es lo que subyace a ese inconveniente?
–Tenemos una visión muy negativa, es la visión de toda la Confederación. Lo que hizo fue una ley que fue pensada por los clubes, con las problemáticas de los clubes, diseñada para que a los clubes les vaya bien…Un gobierno que viene con otra lógica, que es la de instalar las sociedades anónimas deportivas, cambiar nuestro modelo asociativo, no reglamenta esa ley que nos daría los beneficios en los temas por los cuales hoy estamos atravesando una crisis. La ley habla de una tarifa social, si llegase una tarifa social nuestra situación no sería tan crítica como es hoy. La ley habla del derecho a la propiedad; muchas de las instituciones tienen construidas sus sedes en terrenos fiscales o en terrenos donde no han podido acceder la propiedad. Estas dos problemáticas que nos golean a diario, estarían solucionadas con la simple reglamentación de la ley.
Lo que vemos nosotros es un gobierno que nos aplica un tarifazo, que no nos reglamenta la ley, que desfinancia el deporte, que subejecuta partidas, y nos instala de fondo un debate que nosotros creíamos terminado: la solución para que a nuestros clubes les vaya bien, es la llegada de las asociaciones anónimas deportivas. Tenemos un combo de parte del Estado que nos pone en una situación de crisis para que al igual que en los 90, aparezcan los oportunistas a gerenciar nuestras instituciones. Ese es el modelo que refleja muy bien (la película) Luna de Avellaneda: en nombre del progreso se quedaban con nuestras instituciones. El oportunismo del capitalismo para quedarse con un capital social y que es un patrimonio cultural de nuestra sociedad.
–Quien posee el “mérito” de tener dinero, puede arrasar con todo a caballo de esa distinción. 
–Es eso. Los clubes no somos ajenos al modelo de país que se intenta instalar: el individualismo, el que tiene dinero vale más que el otro, al tener por sobre ser. Vale más el tipo que puede tener algo, poseer algo, que el dirigente del club que dona su tiempo, que pone plata de su bolsillo, que se priva de una vacación para que los pibes tengan una pilcha mejor o una pelota mejor el fin de semana. Estamos viviendo en un modelo de país donde se aspira a que todo sea un negocio. Nos preocupa pensando en nuestra propia historia.
Si recordamos el 2001, cuando sufrimos una de las peores crisis institucionales y políticas, fuimos los clubes de barrio los que nos pusimos al frente de la demanda social: nos convertimos en clubes de trueque, en comedores comunitarios y, por ejemplo, en mi club (lo cuento siempre), el Deportivo Domínico de Avellaneda, le dábamos albergue a los sin techo. A nuestros vecinos les remataban la casa porque no podían hacer frente a las altas hipotecas y venían al club a dormir, a recibir un plato de comida y, sobre todo, a recibir el afecto del vecino que lo estaba esperando.

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EL OBSERVATORIO 
“Hemos generado, desde los clubes, una herramienta que es el Observatorio Social y Económico de Clubes de Barrio y Entidades Deportivas. ¿Por qué buscamos el tema económico? A nivel social todos sabemos lo que representan los clubes, y no nos ha alcanzado para dar la discusión (de hecho estamos pidiendo ver cómo pagamos menos tarifas). Ahora, cuando empezamos a analizar la parte económica, es decir el dinero que le inyectamos a la economía de país, es un montón de dinero y nunca hubo una ley que diga: ‘Este sector, por todo el dinero que genera, por todas las fuentes de laburo que genera y que encima cumple un servicio social, devolvámosle algo en forma de ley o veamos cómo hacemos para hacerle más fácil la cuestión tributaria y así puedan tener los empleados en blanco y no se coman los juicios en blanco que los llevan prácticamente a desaparecer’. 
Es tan grande el déficit del Estado para con los clubes, que pensamos que esta herramienta nos va a permitir poder discutir presupuesto, poder discutir otras cuestiones que hoy no se nos permite”.Font pondera el potencial del O.S.E. para conseguir de parte del Estado el reconocimiento atinado de los clubes de barrio en todos sus “pliegos”, no sólo el deportivo.
–¿Qué números maneja, al menos los más generales, sobre el monto total de dinero que insufla la vida institucional de los clubes a la economía del país?
–Ahora puedo decirte lo que me viene a la memoria mientras charlamos. Generamos, de manera directa e indirecta, más de un millón de puestos de trabajo, nuestro consumo es transversal a todas las industrias. Consumimos desde indumentaria deportiva, calzados, elementos de práctica,  materiales de construcción, artículos de limpieza, contratamos transporte, contratamos habitaciones cada vez que vamos a un torneo, pagamos seguro, contratamos a profesionales de la salud, policía. Son miles de millones de pesos que nosotros le inyectamos a la economía que nunca la política se encargó de dimensionar. El Estado debe ser más equitativo, no puede ser que no haya un incentivo un eslabón tan importante de nuestro tejido social como son los clubes de barrio.
¿Mirá lo paradójico? Tributamos y nos controlan como si fuéramos sociedades anónimas o una empresa privada. Ahora, no nos miden, no nos dan ningún tipo de incentivo pero somos asociaciones civiles sin fines de lucro, no hacemos las cosas para ganar millones de pesos.
–Los cargos dirigenciales son ad honorem 
–Son ad honores y tenemos dos problemas: tenemos que poner dinero y, esto te vas a reir, hay una gran ola de divorcios porque el tiempo que le dedicamos a los clubes, a veces es superior al que le dedicamos a nuestras familias.

 

FUENTE: https://www.diarioeltiempo.com.ar/lo-que-se-esta-poniendo-en-debate-es-que-modelo-de-club-queremos.html?fbclid=IwAR1UTIcK_WxDga4jy1ubn229TxjN5Oz2RzkZHyzQuTKaqubsKPllqHV4j7c